Allí se sienta hoy una Gobernación caída de este orden mundial
quien ha crecido antiguo en el mal, astuto en sutileza, y cruel en el engaño.
Emprendió la primera guerra del universo en el planeta distante llamado el Cielo,
y posteriormente trajo el conflicto a este pequeño mundo que llamamos la tierra
ya que gira en los bordes externos de la galaxia de la vía láctea. Llenó todo
el Cielo de la discordia y la tierra con la muerte y a ambos con gran tristeza.
Ilusoriamente desafió cada objetivo transparente del Creador, y hasta deseó
fervientemente el trono del Eterno, planeando asumir el liderazgo del universo
o si no, entonces sumergirlo en caos y ruina.
Esta figura amenazante que ha secuestrado a nuestro planeta
pues explica la presencia de todos los conflictos
que perturba nuestro mundo de hoy, cada pestilencia que aflige a la humanidad,
cada tristeza y dolor y muerte las torturas de los hijos de la tierra. Lucifer,
cubierto querubín de la antigüedad una vez honorable primer ministro de las
inteligencias Celestiales, se ha hecho Satanás, el gran adversario de este
golpeado mundo. Este ángel poderoso
encabeza a un ejército enorme de inteligencias invisible, los anfitriones de
oscuridad que contravienen en este mundo, cada objetivo caritativo de nuestro Yahuwah
(Dios) Todopoderoso Creador del Universo. El en especialidad odia Aquel Santo
Ungido quien en la gran condescendencia asumió nuestra naturaleza humana y así
en El por el poder divino destruir los trabajos de Satanás, conquistar el mal y
levantar la terrible sentencia de muerte eterna de nuestra raza caída.
El hablar de un
trono de control malvado de este sistema mundial no es ninguna
mera forma retórica, es una realidad severa. Y el ocupante de ese trono no es producto
de la imaginación. Yahushua (Cristo) atribuye a él el título de
“príncipe de
este mundo” Juan 14:30. El famoso Cristiano apóstol Pablo lo
describe “conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia”. Efesios 2:2. Pablo también nos advierte “Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad…” Efesios 6:12. Juan el Revelador nos
describe a este enemigo como “el gran dragón,” “la serpiente antigua, que se llama
diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero.” Rev 12:9.
Cuando el líder de rebelión en contra del Eterno Creador fue
arrojado del Cielo, expulsado junto
con él fueron muchas otras inteligencias de ángel que habían cedido a su
astucia sofismas y se han sumado
a su rebelión indigna. Este mundo es hoy su morada singular. Esto
es porque ese acontecimiento tremendo, que libera al
cielo de los huestes caídos, fue seguido por la trágica caída de nuestros primeros padres bajo
las mentiras de Satanás. Esta caída histórica dejó a legiones sueltas de
ángeles caídos para doblar todos sus esfuerzos y genio durante muchos miles de
años con el trabajo de estropear, corromper y arruinar el una vez la familia
humana noble, al principio creada para ser la corona de la obra de Sus manos –
Yahuwah. Un elemento clave de la
estrategia por arruinar a la humanidad ha sido llevar al hombre a tizonear y
degradar la tierra justa cual fue intencionada para ser nuestro hogar perfecto
y eterno. El apóstol Pedro nos advierte
“Sed sobrios,
y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar.” 1Pedro 5:8. Finalmente, el
inspirado revelador dice “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! Porque el
diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.”
Rev 12:12.
En los tiempos de Samuel los Israelitas (los hijos fieles a
la ley de Yahuwah) se apartaron de Él. Sufrieron las consecuencias del pecado;
por haber perdido la fe en Yahuwah, perdieron la astucia de Su poder y la
sabiduría para Gobernar la nación, perdieron su confianza en Su habilidad para
defender y vindicar Su causa. Dieron vuelta la espalda al gran Gobernador del
Universo y desearon ser gobernados según las naciones a su alrededor. Antes de
que encontraran la paz hicieron esta confesión definida: “porque a todos nuestros pecados hemos
añadido este mal de pedir rey para nosotros.” 1 Samuel 12:19. El mismo pecado de los cuales fueron condenados
debía ser confesado. Su igratitud había oprimido sus almas y les habíaseparado de Dios. Confesión no será aceptable a
Dios sin reforma y arrepentimiento sincero. Debe haber cambios decididos en nuestra
vida; todo ofensivo a Dios debe dejarse. Este deberá
ser el resultado de verdadero dolor por el pecado. El trabajo que
tenemos que hacer por nuestra parte es claramente
puesto delante de nosotros: “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras
de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien;
buscad el juicio, restituid al agraviado, juzga al huérfano, amparad a la
viuda.” Isaías 1: 16-17. “si el impío
restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los
estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá.”
Ezequiel 33:15.
“El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es
inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía;
y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y Mi galardón
conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la
Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que
lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las
puertas en la ciudad.” Rev 22: 11-14
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